En
el inicio de este siglo y milenio, la preocupación por la identidad y la historia
de los pueblos constituye una referencia común a todos los actores sociales y
esto es un tema recurrente, independientemente de las grandes transformaciones
que se vivan, las cuales de alguna manera derrumban los paradigmas establecidos
desde la perspectiva positivista, dando lugar a otros órdenes teóricos y
experienciales, así como a nuevas posturas y nuevas sensibilidades en búsqueda
de alternativas para interpretar las realidades histórico-sociales.
Por
ello, se considera que la reconstrucción de la historia de cualquier comunidad
constituye en la actualidad, no sólo un producto valioso puesto al alcance de
quienes lo requieran, sino que también se constituye en la revalorización de
las personas y grupos sociales, que generalmente han sido excluidos en los
abordajes que se apoyan en la concepción historiográfica tradicional.
En
este sentido, la revalorización de lo cotidiano y la memoria colectiva representa
una contribución a la formación de una nueva manera de entender la historia.
Al respecto, Ibarra (2004), señala que:
Reconstruir la historia no es solo asunto de profesionales sino de la sociedad, no solo
de la precisión sistemática sino del “imaginario social” vivo. Las continuas
vueltas del tiempo vivido en lo
cotidiano nos conducen para voltear los ojos del pasado, a veces con entusiasmo
y en ocasiones con horror. El tiempo corre como el agua y la reconstrucción
episódica de éste en la vida de todos asemeja un batán que golpea y golpea
hasta lograr cribar el recuerdo y dar textura al pasado. La necesidad de alimentar
esa memoria colectiva, de refigurar esa imaginación del pasado da al ejercicio
de la crónica y de la historia una vitalidad inagotable”. (p. 3).
En lo que respecta a la historia local es
una estrategia investigativa a largo plazo orientada a construir un acumulado
de conocimiento crítico, con el propósito de aportar a la reconstrucción de
contextos espaciales particulares considerando la reducción de la escala de
observación a lo local y regional; también considera los problemas y fenómenos
sociales que apuntan hacia el hombre y la mujer de carne y hueso, hacia los
seres humanos y sus intenciones, hacia la gente de casa y sus maneras de pensar
y de vivir. Al definir la historia local, el investigador Álvarez Ríos (2002), afirma
que: Es una historia que se instala al interior de las fronteras del espacio
recorrible de las personas (barrios, veredas, corregimientos y municipios
pequeños) y que interactúa con la memoria colectiva de la comunidad y de los sujetos
llanos y corrientes que la componen: una historia que se sitúa en el hemisferio
inferior y microscópico de la sociedad, habitado por ciudadanos reales (p.152).
Es importante destacar que la historia
regional y local ha tenido en nuestro continente abordajes diversos que inician
con la influencia proveniente de la Escuela de los Annales y los aportes del
marxismo, hasta los más recientes estudios relacionados con la vida cotidiana,
las historias de vida, la historia de las mentalidades, e incluso con las historias
de familias y de la mano con la novela históricas. Ha sido significativa su
inclusión en la nueva historia social que hace de la localidad y de la región
uno de sus baluartes preferidos.
Desde el punto de vista espacial, el estudio
histórico de un pueblo (Historia Local), de una provincia, departamento o
región (Historia Regional), aporta visiones muy valiosas desde lo micro histórico
para el análisis de las estructuras de una sociedad. De esta manera, el estudio
profundo de un pueblo determinado, nos lleva a conocer en forma inductiva los
rasgos históricos más característicos de una gran región y de una nación.
En
el mismo tenor, el historiador mexicano Luís González (1968; 1971), propuso la
micro historia para los estudios de la historia local o la que llamó la Historia
matria; la historia de los pueblos, de los municipios; la historia de la patria
chica, parroquia, municipio y tierra de nuestras querencias. La patria chica,
cuyo terruño es dueño de un espacio corto y un tiempo largo. La historia de los
lugares de poca amplitud espacial, pero de tiempo largo; En esta propuesta el
marco espacial se corresponde con el aspecto local, aldeano o pueblerino, las
fuentes primarias fueron estudiadas en los archivos de los pueblos y en la
tradición oral de sus gentes.
Considerando los fundamentos de la perspectiva
de la historia regional y local, la intención del presente proyecto comunitario
es reconstruir la evolución histórica del Municipio Mario Briceño Iragorry,
ubicado en Maracay edo. Aragua; en el cual se ha podido observar el
desconocimiento por parte de sus habitantes de los orígenes de las distintas
comunidades que lo integran, así como también las costumbres, culturas,
valores, religiones y otros aspectos que han formado parte de la historia del
municipio.
En este orden de ideas, el proyecto considera
los testimonios de miembros fundadores o informantes clave de la comunidad que
abre un compas en lo referente a la identificación y sentido de pertenencia que
tienen sus pobladores como un legado a la comunidad; resultando de interés
el
protagonismo de los propios miembros de la comunidad, quienes cuentan los
hechos históricos específicos, y dan a conocer sus imaginarios, sus vivencias
pasadas y las presentes, en tanto son los llamados a transformar e impulsar una
nueva historia.
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